Metal for Jesus

Metal for Jesus
Es tiempo de cambiar, tiempo de renovar fuerzas, de buscar y encontrar, de pedir y recibir, es hora de un encuentro personal con el único nombre bajo los cielos que tiene el poder de sanar nuestras heridas y salvarnos de la muerte eterna, vencio a la muerte en la cruz y regreso para pedirte que le dejes entrar en tu corazón. Es tiempo de demostrar que no todo el rock/metal es satánico, es tiempo de mostrarle al mundo que le arrebatámos al enemigo este gran género y ahora por medio de el llevámos las buenas nuevas.

lunes, 29 de abril de 2013

Divinefire


Brutales bendiciones brothers!!

Continuando con los aportes al blog, en esta ocasión les traigo a una banda sueca de speed power metal sinfónico de lujo: Divinefire.

Tal como se los mencioné, son de Suecia y es otro exitoso proyecto de nada más y nada menos que el ya legendario Christian Liljegren,  aunque fue fundada oficialmente por el guitarrista finlandés Jani Stefanovic.
Inicialmente, la banda firmó contrato con una disquera japonesa lanzando así su álbum debut: Glory thy name en 2004. Meses después la licencia paso a la disquera Rivel Records propiedad de Christian.
Desde este primer trabajo, la banda se ha mantenido en la línea del “extreme power metal”, dejando en sus canciones un derroche de speed metal, arreglos sinfónicos y además deja apreciar las claras influencias de death metal del guitarrista Jani S, quién aporta voces guturales en muchas canciones.

Altamente recomendada para los amantes del power metal, del bueno.



Discografia


DivineFire - Glory Thy Name (2004)
 

 


1. "From Death To Life" - 1:49 
2. "The World's On Fire" - 4:09 
3. "Never Surrender" - 6:03 
4. "The Sign" - 5:07 
5. "Out Of The Darkness" - 3:57 
6. "Pay It Forward" - 6:01 
7. "Live My Life For You" - 3:47 
8. "Free Like An Eagle" - 3:04 
9. "The Spirit" - 10:00 
10. "The Way To Eternity" - 1:45 

 



DivineFire - Hero (2005) 

 

1. "Resurrection" - 1:56 
2. "Secret Weapon" - 4:36 
3. "Divinefire" - 4:31 
4. "Hero" - 3:46 
5. "United as One" - 4:57 
6. "Leaving the Shadows" - 4:46 
7. "Open your Eyes" - 4:24 
8. "New Beginning" - 4:21 
9. "Cryptic Passages" - 5:20 
10. "The Show must go on (Queen cover)" - 4:10 
11. "Masquerade" - 4:06 

 


DivineFire - Into a New Dimension 

 




















1. "Vision Of The New Dawn" - 1:44 
2. "Passion & Fire" - 5:02 
3. "Time's Running Out" - 3:29 
4. "Into A New Dimension" - 3:44 
5. "Facing The Liar" - 4:18 
6. "Live Or Die" - 4:06 
7. "Alive" - 4:21 
8. "All For One" - 4:31 
9. "The Final Victory" - 5:09 
10. "The Last Encore" - 3:22 
11. "Free Like An Eagle" (Bonus track) 
12. "Special Message To Japan" - 0:45 (Bonus track) 

 



DivineFire - Farewell 

 

1. "Calling The World" 02:12 
2. "Unity" 04:27 
3. "You Will Never Walk Away" 04:14 
4. "Pass The Flame" 04:50 
5. "Grow And Follow" 04:46 
6. "My Roots Are Strong In You" 04:22 
7. "King Of Kings" 04:24 
8. "Heal Me" 12:22 
9. "Farewell" 02:17 

miércoles, 24 de abril de 2013

Sepulcro Vacío



Una tarde de sábado estaba viendo el programa  Metalmorphossis cuando presentaron un video de una banda llamada Sepulcro Vacío, curiosamente es Costarricense y me pareció sencillamente poderosa!
Desde entonces esta agrupación se convirtió en una de mis favoritas y tiene un lugar especial por ser de tierras centroamericanas.

La banda tiene apenas un disco de estudio titulado “Seres Inmortales” (2007) que posee una calidad notable, incluso la banda aparece en la “Encyclopaedia Metallum”; como grupo, están activos desde 1997, y su estilo oscila entre el speed/thrash metal .
Su opera prima es un discazo, musicalmente ejecutan un estilo de  mucha calidad, a pesar de no haber sido producido por una disquera de renombre, los músicos demostraron un gran talento compositivo; las letras de sus canciones son espectaculares además editaron un clip de su canción “Seres Inmortales” .
Todavía estamos a la espera de nuevo material de estos brothers pues tienen calidad de música y mensajes muy positivos y contundentes.

Altamente recomendada para los fans del thrash metal con sonidos melódicos.




1. Seres Inmortales
2. Sacrificio Perpetuo
3. Día de Oportunidad
4. Rey, Creador, Juez
5. La Ira de Dios
6. En la Prueba (00:8:25)
7. Tiempo Consumado
8. Sepulcro Vacio
9. Salvación

Saronrose



Saronrose es una banda Argentina de “Worship Metal” (una mezcla de diversos géneros de metal con alabanza y adoración) nace en 1996 con claras influencias del hard rock acercándose posteriormente al “nu-metal” y al hardcore hasta aterrizar en lo que ellos denominaron “worship metal”  a la fecha cuentan con 3 álbums y “Worship Metal” es su mejor trabajo.




 Muy buena la propuesta musical de estos brothers que han interpretado alabanzas cristianas importantes con un estilo particular lo cual hace ver la música cristiana desde nuevas perspectivas.

01.- Al que me Ciñe
02.- Señor eres Fiel
03.- Conmigo estas
04.- No hay, No habra
05.- Glorificad al Señor
06.- Dame un corazon Limpio
07.- Gloria y Honor
08.- Majestad
09.- Con todo mi Ser
10.- Por Siempre
11.- Quiero Cantar
12.- Ante tu Altar

martes, 23 de abril de 2013

Malaquías


Análisis del Libro del Profeta Malaquías.

Autor: Nada se conoce de la vida del profeta excepto lo que se encuentra en el libro. Fue posiblemente contemporáneo de Nehemías; las condiciones descritas en la profecía corresponden a esa época.

Estilo: Enérgico y fuera de lo común.

Tema: Es una descripción gráfica del período final de la historia del Antiguo Testamento que muestra la necesidad de grandes reformas para preparar el camino de la venida del Mesías.

Texto Clave: 3:8
"¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y aún preguntáis: "¿En qué te hemos robado?". En vuestros diezmos y ofrendas.

El profeta y su medio
Malaquías, el nombre que encabeza este breve escrito, es un derivado del término hebreo malají, que significa «mi mensajero». Y dado que un profeta es propiamente un mensajero de Dios, «Malaquías» puede interpretarse no solo como nombre de persona, sino también como título de aquel a quien Dios encomienda un ministerio profético.

La aparición de este texto debió de tener lugar después que, a partir del año 516 a.C., se reanudaran regularmente las ceremonias del culto (1.6–2.9) en el templo de Jerusalén, una vez concluida su reconstrucción (cf. 3.10). Es probable que Malaquías ejerciera sus funciones a finales del siglo VI o a comienzos del V a.C., durante un período intermedio entre la actividad de Hageo y Zacarías (segunda mitad del siglo VI a.C.) y la de Esdras y Nehemías, cerca de un siglo después. También puede pensarse que la predicación de Malaquías abrió el camino a las reformas realizadas por Nehemías (cf. Neh 13.25–27).

El libro y su mensaje
Con el libro de Malaquías (=Mal), último de los doce que forman el grupo de los llamados Profetas menores, concluye el bloque de la literatura profética de la Biblia y se pone punto final a la última página del AT.
El texto de Malaquías se caracteriza por el tono polémico con que aborda los diferentes temas. La propia armazón literaria del mensaje es una especie de discusión retórica, de diálogo con sus destinatarios, a cuyas preguntas y objeciones responde el profeta. La fórmula discursiva es la siguiente:

(a) Jehová establece un principio general o condena una práctica reprobable habitual en el pueblo;
(b) los interpelados responden planteando sus dudas y haciendo preguntas, introducidas a veces de manera irónica por el profeta;
(c) Jehová interviene de nuevo, confirma y amplía lo que antes había dicho, añade más reproches y anuncia el castigo de los culpables.

Objetivo inmediato de la reprobación profética de Malaquías son los sacerdotes que con su negligencia permiten que el pecado se instale en el propio Templo (2.11), y que son los responsables de que se cometan abusos en la celebración de los sacrificios (1.6–2.9); pero también censura duramente a los malvados, los injustos, los impíos, los que repudian a su esposa para unirse a una extranjera (2.10–16) y los que dejan de pagar sus diezmos defraudando así al Señor. El juicio condenatorio de Malaquías se extiende a todos los que no tienen temor de Dios (3.5).

Por otra parte, el mensaje del profeta revela el estado de ánimo en que se hallaban muchos israelitas al cabo de varias décadas de la repatriación de los exiliados en Babilonia. Las muchas dificultades económicas a que tenían que hacer frente, las problemáticas relaciones con los pueblos de su entorno y el retraso en el cumplimiento de las promesas que habían escuchado por boca de Hageo y Zacarías, dieron paso entre ellos al desencanto y a las dudas sobre el amor y la justicia de Dios (cf. 2.17). Por eso, Malaquías afirma con pasión que Dios ama a su pueblo (1.2) y que no dejará de cumplir las promesas que le hizo. El día de Jehová viene «ardiente como un horno», pero a los que temen el nombre del Señor les «nacerá el sol de justicia, y en sus alas traerá salvación» (4.1, 2).

Esquema del contenido:
1. El amor de Jehová por Jacob (1.1–5)
2. Jehová reprende a los sacerdotes (1.6–2.9)
3. Condena del repudio de la propia esposa y del matrimonio con extranjeras (2.10–16)
4. El día del juicio se acerca (2.17–3.5)
5. El pago de los diezmos (3.6–12)
6. El justo y el malo (3.13–18)
7. El advenimiento del día de Jehová (4.1–6)

Zacarías


Análisis del Libro del Profeta Zacarías.


Autor:  El hijo de Berequías, poco se sabe de este profeta, fue contemporáneo de Hageo, y se unió a él en el animar a los judíos a reconstruir el templo de Jerusalén.

Fecha:  Dos meses después de la profecía de Hageo.

Estilo: Altamente figurativo.

Textos Claves: 1:3
"Diles, pues: »Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Volveos a mí, dice Jehová de los ejércitos, y yo me volveré a vosotros, dice Jehová de los ejércitos."

4:6 Entonces siguió diciéndome: «Esta es palabra de Jehová para Zorobabel, y dice:
"No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.

El profeta y su medio
El encabezamiento de este libro refiere el principio de la actividad profética de Zacarías hijo de Berequías hijo de Iddo al «octavo mes del año segundo de Darío» (1.1). Este monarca persa reinó entre el 522 y el 486 a.C., y como probablemente Zacarías profetizó durante algo más de dos años, puede establecerse con bastante exactitud el tiempo de su ministerio entre los años 520 y 518 a.C.

De comparar la fecha indicada por este profeta con la registrada en el título del libro de Hageo (Hag 1.1), resulta que ambos fueron contemporáneos; Zacarías dio comienzo a su ministerio tan solo un par de meses más tarde, conforme a una cronología que viene determinada por los datos establecidos en los siguientes textos: 1.1, 7; 7.1.

El libro y su mensaje
El libro de Zacarías (=Zac) está compuesto de dos partes bien diferenciadas. La primera comprende los caps. 1–8; y la segunda, los seis restantes: caps. 9–14.
Los primeros versículos del escrito (1.2–6) son un llamamiento dirigido a los repatriados de la cautividad babilónica, a quienes el profeta exhorta al arrepentimiento y a la conversión: «Volveos a mí, dice Jehová de los ejércitos, y yo me volveré a vosotros» (v. 3). La exhortación va seguida de una serie de complicadas visiones, llenas de símbolos, a veces de difícil interpretación; en ellas, bajo la apariencia de un ángel, el Señor se presenta al profeta, dialoga con él y responde a sus preguntas. Desde un punto de vista literario, estas visiones se asemejan a las de Amós y Jeremías (Am 7.1–9.4; Jer 1.11–14).

Los textos que forman la primera parte del libro son básicamente comprensibles, a pesar de las dificultades a que da lugar la proliferación de figuras simbólicas. De manera destacada se encuentran presentes aquí temas como el del amor y la misericordia de Dios para con Jerusalén (1.14, 16), la humillación de las naciones («cuernos») que causaron la dispersión de Judá (1.21), la eliminación del pecado en el pueblo de Dios (5.3–4,8) y la esperanza mesiánica (4.1–14). Atención especial del profeta Zacarías merece la reconstrucción del Templo (1.16; 4.8–10; 6.15); él, junto con Hageo, anima al pueblo a reanudar las obras interrumpidas (cf. Esd 6.14), cuya conclusión ha de redundar en beneficio del esplendor de Jerusalén, la ciudad escogida por Jehová para morar en ella (2.10–12; 8.3).

Otro tema que preocupa a Zacarías es la sinceridad en la práctica del ayuno (7.2–14), una práctica cuyo sentido pleno de gozo, alegría y solemne festividad (8.19) se alcanzará cuando Jerusalén haya sido restaurada.
La segunda parte del libro apunta hacia una situación histórica distinta. Determinadas diferencias de enfoque del mensaje profético, unidas a algunos indicios de carácter cultural (p.e., el uso del nombre de Grecia en 9.13) corresponden mejor con otra época que la vivida por Zacarías. Los investigadores opinan que los caps. 9–14 están dirigidos a una época posterior, probablemente en los años de la expansión del helenismo bajo el gobierno de Alejandro Magno (segunda mitad del siglo IV a.C.).

Sin texto alguno de transición, excepto por la especie de título con que se inicia esta sección (cf. Mal 1.1), la profecía contempla en esta parte del libro el triunfo final del Señor sobre las naciones enemigas (12.9; 14.12–15), a las cuales él mismo habrá reunido previamente para combatir contra Jerusalén (14.2). Este será el castigo de la ciudad para «purificación del pecado y de la inmundicia» de su infidelidad (13.1–3). Pero luego Jerusalén será liberada, y «los habitantes de Jerusalén otra vez vivirán en su propia ciudad» (12.6). Zacarías proclama al Señor como defensor de su pueblo y de Jerusalén (9.8,15–16; 12.8), anuncia la reunión de todos los que estaban esparcidos en diversos lugares (10.6–10), la anexión a Israel de los pueblos paganos (9.7; 14.16–17) y el reinado definitivo de Dios (14.9, 16). Muy significativa es la profecía mesiánica sobre la llegada a Jerusalén de un rey «justo y salvador, pero humilde, cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna» (9.9). Los evangelistas Mateo y Juan manifiestan expresamente que el anuncio de Zacarías se cumple con la entrada de Jesús en Jerusalén (Mt 21.4–5; Jn 12.14–15).

Esquema del contenido:
1. Llamamiento a volver a Jehová (1.1–6)
2. Visiones simbólicas (1.7–6.8)
3. Coronación simbólica de Josué (6.9–15)
4. Instrucción sobre el ayuno. Anuncio de la salvación mesiánica (7.1–8.23)
5. Castigo de las naciones vecinas (9.1–8)
6. El futuro rey de Sión (9.9–17)
7. Jehová redimirá a su pueblo (10.1–11.3)
8. Los dos pastores (11.4–17)
9. La liberación de Jerusalén (12.1–13.9)
10. Victoria final de Jerusalén (14.1–21)

Hageo


Análisis del Libro del Profeta Hageo.

Autor:  El "Profeta del templo" se estima que nació durante los setenta años de esclavitud en Babilonia y que regresó a Jerusalén con Zorobabel.

Tema Principal: Fuertes represiones por descuidar la construcción del templo, unidas a alentadoras exhortaciones y promesas para los que se comprometieran en la obra.

Texto Clave: 2:4
"Pues ahora, Zorobabel, anímate, dice Jehová; anímate tú también, sumo sacerdote Josué hijo de Josadac; cobrad ánimo, pueblo todo de la tierra, dice Jehová, y trabajad, porque yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos."

El profeta y su medio
El profeta Hageo manifiesta, en el libro que lleva su nombre (=Hag), un especial interés por la precisión de los datos históricos que aporta. Repetidamente incluye en el libro fechas y noticias (1.1, 15; 2.1, 10, 20) que permiten señalar con exactitud el tiempo en que comenzó a ejercer su actividad: el año 520 a.C., «segundo del rey Darío», que gobernó entre el 521 y el 485 a.C.

Ciro, el monarca fundador del imperio persa, promulgó el año 538 a.C. su célebre edicto (2 Cr 36.22–23; Esd 1.1–4) que puso fin a la cautividad judía en Babilonia (2 R 25.1–22). Poco después, en el 537, los judíos que habían regresado a Jerusalén iniciaron con entusiasmo la reconstrucción del Templo (Esd 1.1–11). Sin embargo, los fervores iniciales pronto se apagaron; en su lugar cundió entre la gente un profundo desaliento causado en parte por lo precario de los medios de que disponían (1.6) y en parte por la intranquilidad de tener que hacer frente día a día a la actitud hostil de los samaritanos (Esd 4.1–24). Aquellas circunstancias afectaron a las obras de restauración del Templo, hasta el punto de provocar su paralización total (Esd 4.24) mientras que, en contraste, comenzaban a aparecer en la propia Jerusalén hermosas mansiones para uso privado de adinerados miembros de la comunidad (1.4).
La situación así creada, unida a la falta de estabilidad política que reinaba en el imperio persa desde el año 522 a.C., iluminan el fondo del mensaje que Hageo había de comunicar al pueblo y a las autoridades más relevantes de Jerusalén: a Zorobabel, gobernador de Judá, y a Josué, sumo sacerdote (cf. Esd 5.1–2; 6.14).

El libro y su mensaje
La profecía de Hageo consiste básicamente en una exhortación a reanudar sin demora la reconstrucción del Templo, el cual no podía permanecer más tiempo en estado de ruina, sino que debía ser restaurado para gloria de Dios (1.8). La orden procede de Dios, y no puede ser ignorada sin que de ello se deriven graves perjuicios para todos: la sequía, la pérdida de cosechas y la pobreza, que serán los signos del enojo divino (1.9–11). En cambio, Dios bendecirá y traerá una pronta y definitiva salvación a su pueblo, si con el esfuerzo común el Templo es reconstruido (1.8; 2.6–9; 2.20–23).

La reacción positiva de Zorobabel y Josué a los requerimientos conjuntos de Hageo y Zacarías (cf. Esd 6.14) despertó el adormecido entusiasmo popular (1.12–14). Las obras se pusieron de nuevo en marcha, sin pérdida de tiempo, y no mucho más tarde fue posible celebrar con grandes manifestaciones de alegría la dedicación del recién restaurado santuario (Esd 6.15–18).

Esquema del contenido:
1. Exhortación a reconstruir el Templo (1.1–15)
2. La gloria del nuevo templo (2.1–9)
3. Reprensión de la infidelidad del pueblo (2.10–19)
4. Promesa de Jehová a Zorobabel (2.20–23)

Sofonías


Análisis del Libro del Profeta Sofonías.

Autor:  Fue evidentemente un descendiente directo del rey Ezequías.

Fecha: Profetizó durante el reinado de Josías, rey de Judá; se cree que pronunció su profecía cerca de los comienzos del reinado de Josías, antes del avivamiento religioso que se extendió sobre el reino en ese período. La tradición dice que Sofonías estaba asociado con Hulda la profetisa y con Jeremías en la iniciación de la reforma del reino.

Tema Principal: Los escrutadores juicios de Dios.

Texto Clave: 1:12
" »Acontecerá en aquel tiempo que yo escudriñaré a Jerusalén con linterna y castigaré a los hombres que reposan tranquilos como el vino asentado, los cuales dicen en su corazón:"Jehová ni hará bien ni hará mal"."

El profeta y su medio
El título de este escrito (1.1) incorpora los nombres de los ascendientes de Sofonías hasta su tatarabuelo Ezequías, en el que algunos creen ver al rey de Judá a quien se refiere 2 R 18.1–20.21 (cf. 2 Cr 29.1–32.33; Is 36.1–39.8). Y ciertamente el nombre es el mismo, y el tiempo en que vivió el antepasado del profeta parece corresponder también al del gobierno de aquel monarca (721–693 a.C.); sin embargo, tales coincidencias no bastan para llegar a la conclusión de que se trata de la misma persona.

El dato biográfico transmitido por el libro de Sofonías es que el profeta desarrolló su actividad durante el reinado de Josías sobre Judá (640–609 a.C.). Fue en aquella época cuando se recuperaron las antiguas tradiciones del pueblo y cuando se puso freno al grave deterioro que la religiosidad judía había sufrido durante los reinados de Manasés y de Amón (2 R 21–25); y fue también entonces cuando, habiéndose descubierto en el 622 a.C. el libro de la Ley, Josías emprendió la reforma del culto de Jerusalén (2 R 22.3–23.25; 2 Cr 34.8–35.19).
Probablemente, a Sofonías le tocó jugar un importante papel en el proceso del rearme moral y espiritual de Judá; pero dado que su proclama encaja más bien en una época de depravación y en una sociedad dominada por el paganismo, y además, dado que no contiene la menor alusión a las reformas de Josías, es fácil suponer que la actividad del profeta corresponde a un tiempo algo anterior a la puesta en marcha de la obra realizada por el rey, quizás a los años 630 a 625 a.C.

El libro y su mensaje
El mensaje profético de Sofonías (=Sf) comienza con el anuncio de un desastre de dimensiones universales. Jehová afirma que, a causa de los pecados de Judá, va a destruir «todas las cosas de sobre la faz de la tierra», lo mismo a seres humanos que a bestias. Solo se salvarán —«quizá»— los «humildes de la tierra» y los que de veras buscan actuar con justicia (1.2–2.3). En una segunda sección (2.4–3.8), el oráculo del profeta se proyecta más directamente sobre los enemigos de Judá. El juicio de Dios alcanzará a las naciones paganas, desde los filisteos habitantes de las costas mediterráneas hasta los asirios de la Mesopotamia. En tercer lugar (3.9–20), la voz de Sofonías proclama un mensaje de esperanza dirigido al pequeño resto, al «resto de Israel» (v. 13), al «pueblo humilde y pobre» (v.12) que habrá sobrevivido a la catástrofe. A este le anuncia el profeta «pureza de labios» para invocar el nombre de Jehová (v. 9), y liberación definitiva de toda cautividad (v. 19).
El tema central del mensaje de Sofonías es el anunciado «día grande de Jehová» (1.7, 10,14), tema que ya había despertado el interés de otros profetas (cf. Am 5.18–20). Sofonías lo describe con sombrías pinceladas: «Día de ira aquel día, día de angustia y de aprieto, día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla» (1.15). En él habrá clamor, castigo y saqueo, y en él gritarán los valientes (1.8–13). Pero también ese día terrible pondrá fin al dominio de la maldad sobre la tierra y a la indiferencia de quienes piensan que Dios permanece ajeno al drama de la existencia humana (1.12).

Esquema del contenido:
1. El día de la ira de Jehová (1.1–18)
2. Juicios contra las naciones vecinas (2.1–15)
3. El pecado de Jerusalén y su redención (3.1–20)

Habacuc


Análisis del Libro del Profeta Habacuc.

Autor:  Algunos han deducido que era un cantante del templo; pero estas solo son conjeturas.

Fecha: Indeterminado, evidentemente, el profeta vivió en el período babilónico (caldeo). Muchos eruditos fijan el tiempo de la profecía durante el reinado de Joacim.

Tema Principal: Los misterios de la providencia.

Texto Clave: 1:3
" ¿Por qué me haces ver iniquidad y haces que vea tanta maldad? Ante mí solo hay destrucción y violencia; pleito y contienda se levantan."

El profeta y su medio
De este personaje bíblico solamente sabemos que fue profeta y que se llamaba Habacuc (1.1; 3.1). Su libro, octavo entre los doce denominados "profetas menores", no incluye el menor dato personal, ni en parte alguna del Antiguo o del Nuevo Testamento se vuelve a mencionar su nombre.

Partiendo de la referencia que en 1.6 se hace a «los caldeos, nación cruel y presurosa», algunos han deducido que Habacuc profetizó en tiempos cercanos a la destrucción de Nínive (612 a.C.); pero, a falta de cualquier documento que permita fijar la fecha con exactitud, hay también quienes piensan que la actividad del profeta debe fijarse entre el año 605 a.C., principio del reinado de Nabucodonosor en Babilonia (cf. Jer 25.1), y el 587 a.C., año de la caída de Jerusalén (cf. 2 R 24.10–12). Las dificultades para la identificación de la fecha de su actividad profética se acrecientan a causa del simbolismo que más tarde adquirió la imagen de Babilonia, nombre que llegó a ser ejemplo cumbre de opresión, maldad y violencia (cf. Ap 18).

El libro y su mensaje
A partir del título del libro de Habacuc (=Hab), en 1.1, la profecía consta de tres secciones bien diferenciadas.
La primera de ellas (1.2–2.4) es una especie de diálogo entre Dios y el profeta. Habacuc clama a causa de la violencia y la injusticia practicadas ante sus propios ojos por las gentes de su nación (1.2–4); y el Señor le responde afirmando que la maldad será castigada y que los caldeos serán el brazo ejecutor del castigo (1.5–11). Pero con esta respuesta crece la confusión del profeta, que no comprende cómo Dios puede valerse de los crueles caldeos para invadir y arrasar el país: «¿Por qué... callas cuando destruye el impío al que es más justo que él?» (1.13).

En la segunda parte (2.5–20), Dios invita al profeta a poner en él toda su confianza. Vendrá un día en que también los caldeos serán abatidos. Su propia soberbia los consumirá cuando llegue el momento del triunfo de la justicia, cuando el malvado recibirá el pago merecido, en tanto que «el justo por su fe vivirá» (2.4; cf. Ro 1.17; Gal 3.11; Heb 10.38).

El capítulo 3 constituye la tercera sección del libro. Es una oración en forma de salmo, compuesta para cantar la gloria de Jehová y para expresar con un vibrante lenguaje poético la seguridad del profeta en la protección que le dispensará el Dios de su salvación, el Señor que es su fortaleza (3.18–19).

Esquema del contenido:
1. Habacuc se queja de injusticia (1.1–4)
2. Los caldeos castigarán a Judá (1.5–11)
3. Protesta de Habacuc (1.12–17)
4. Jehová responde a Habacuc (2.1–5)
5. Ayes contra los injustos (2.6–20)
6. Oración de Habacuc (3.1–19)

Nahúm


Análisis del Libro del Profeta Nahúm.

Autor:  Muy poco se sabe acerca de él, su nombre significa "compasivo", o "lleno de consolación".

Fecha: Antes de la caída de Nínive.

Tema Principal: La destrucción de Nínive.

Propósito del libro: Pronunciar venganza divina sobre la sanguinaria  ciudad y consolar a Judá con promesas de liberación futura.

El profeta y su medio
Lo que hasta el día de hoy se conoce en relación con la vida de Nahúm es exclusivamente lo que el propio libro aporta: que nació en Elcos (1.1). Pero incluso este dato es poco significativo, ya que no se ha logrado identificar la población así llamada ni existe acuerdo respecto a su emplazamiento. Unos piensan que Elcos pertenecía a Judá y estaba situada en la región de la Sefela, cerca de Moreset-gat; otros, en cambio, suponen que estaba en Galilea, y más concretamente en el lugar donde después se alzó la ciudad de Capernaúm.

La actividad de Nahúm parece corresponder al período entre el 663 y el 612 a.C., y es probable que el libro fuera compuesto poco antes del 612 a.C., año en que los aliados medo-caldeos atacaron y destruyeron la ciudad de Nínive.

Desde su aparición en el panorama general de la historia, los asirios se habían manifestado como un pueblo belicoso y como los más feroces dominadores de las naciones conquistadas, a las cuales sometieron a toda suerte de violencias y deportaciones (cf. 2 R 17.3–6). Por eso, los pueblos del Medio Oriente, entre ellos el reino de Judá, que durante un largo siglo habían sufrido el yugo de la opresión asiria (cf. 2 R 18.13–37), celebraron con inmensa alegría la destrucción de Nínive.

El libro y su mensaje
La caída de aquella gran capital, centro vital del poder imperial de Asiria, constituye el objeto único de la profecía de Nahúm. Alrededor del tan anhelado acontecimiento gira su mensaje, que es un vibrante poema lleno de pasión.

De las tres partes en que puede dividirse el libro de Nahúm (=Nah), la primera (1.2–10) se presenta en forma alfabética: hasta el v. 8, la letra inicial de cada verso sigue el orden del alefato hebreo. El texto canta aquí la gloria de Jehová, el «Dios celoso y vengador», cuyo poder supera a cualquier poder humano y aun a las más violentas manifestaciones de la naturaleza (1.3b-6). Jehová, el Dios de Israel, protegerá a los suyos y los librará de sus enemigos los asirios (1.8–10); él, que es el Señor de la historia y tiene en sus manos el destino de las naciones, «consumirá a sus adversarios» (1.8) y hará que cambie la suerte de Judá y de Israel.
Los siguientes versículos (1.11–15) son un pasaje de transición en el que se entremezclan las promesas de paz y restauración dirigidas al pueblo elegido, con la amenaza de los males terribles que han de caer sobre Nínive.
Por último, en la tercera sección del libro (2.1–3.19), el profeta describe con acentos patéticos el asalto a la ciudad odiada, la cual ha de arrastrar en su derrota el hundimiento definitivo del imperio asirio. Ahora el ritmo poético del lenguaje de Nahúm, el dramatismo de sus metáforas y la sonoridad de sus palabras evocan el rodar de los carros de guerra, el galopar de los caballos y el furioso fragor de la batalla. Y hasta parece escucharse, como brotando de ese fondo de desastre y de muerte, el clamor victorioso del pueblo de Dios.

Esquema del contenido:
1. La ira vengadora de Dios (1.1–14)
2. Anuncio de la caída de Nínive (1.15–2.12)
3. Destrucción total de Nínive (2.13–3.19)

Miqueas


Análisis del Libro del Profeta Miqueas

Autor:  Miqueas, natural de Moreset, Judá.

Fecha: Profetizó durante los reinados de Jotam, Acaz y Ezequías, fue contemporáneo de Isaías.

Nombre: Su nombre significa "el que es como Jehová". Perteneció a Judá, pero habló tanto a Judá como a Israel.

Pasajes Notables:
La definición de la verdadera religión, 6:8
"Hombre, él te ha declarado lo que es bueno, lo que pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, amar misericordia y humillarte ante tu Dios."
El anuncio del lugar de nacimiento de Cristo, 5:2
"Pero tú, Belén Efrata, tan pequeña entre las familias de Judá, de ti ha de salir el que será Señor en Israel; sus orígenes se remontan al inicio de los tiempos, a los días de la eternidad."
Dios se olvida de los pecados del creyente, 7: 18 - 19
18 »¿Qué Dios hay como tú, que perdona la maldad y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en la misericordia.
19 Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades y echará a lo profundo del mar todos nuestros pecados.

El profeta y su medio
El encabezamiento del libro (1.1) dice que Miqueas, natural de Moreset (o Moreset-gat, cf. 1.14), lugar situado a unos 40 km. al sudoeste de Jerusalén, vivió «en los días de Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá». Fue, por tanto, uno de los profetas del siglo VIII a.C., contemporáneo de Isaías (Is 1.1), Oseas (Os 1.1) y Amós (Am 1.1).
Miqueas, lo mismo que Isaías, ejerció su actividad en Judá; pero dirigió también sus proclamas a Israel, el reino del norte. Y su talante, lo mismo que el de Amós -«uno de los pastores de Tecoa» (Am 1.1)-, está marcado con el signo de la existencia campesina. En este profeta se descubre un interés inmediato por problemas característicos de la sociedad agrícola. En medio de ella, sin duda, se había desarrollado su personalidad, puesto que las labores del campo eran las propias de la Sefela, región a la que Moreset pertenecía, la zona de monte bajo que se extiende entre las montañas de Judá y las llanuras de la costa del mar Mediterráneo. Una tierra buena, de suaves y fértiles colinas, donde Miqueas vivió desde niño las amarguras del campesino humilde y sometido a la prepotencia de quienes «codician campos..., oprimen al hombre y a su familia, al hombre y a su heredad» (2.2).

El libro y su mensaje
El libro de Miqueas (=Miq) consta de tres partes. La primera está formada por los cap. 1–3, y en ella predominan los temas de índole social, con el mismo trasfondo crítico propio del profetismo de aquella época. En la voz de Miqueas se perciben tonos extremadamente duros cuando reprende a «Samaria y a Jerusalén», es decir, a Israel y a Judá. Porque en ambas se fomenta la maldad de los gobernantes y los poderosos (3.1–3), la injusticia de los jueces (3.9–10) y la corrupción de los sacerdotes y los profetas (3.5–7, 11); de modo que por causa de todos ellos, «Sión será un campo arado, Jerusalén se convertirá en montones de ruinas y el monte de la Casa se cubrirá de bosque» (3.12). Este terrible anuncio de la destrucción de Jerusalén y del Templo impresionó tan profundamente a los habitantes de la ciudad santa, que un siglo después lo recogió íntegramente Jeremías en su profecía (Jer 26.18).

Los cap. 4–5 componen la segunda sección del libro. Todavía se escucha en ella el eco de las anteriores amenazas, pero en el pensamiento de Miqueas predomina ya la esperanza de un tiempo último (4.1) en el que Judá e Israel andarán «en el nombre de Jehová, nuestro Dios, eternamente y para siempre» (4.5). Entonces habrá salvación, Jerusalén será restaurada y acudirán a ella las naciones, diciendo: «Venid, subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob». Allí conocerán los caminos del Señor y recibirán la instrucción de su palabra (4.1–2). De Belén, el pequeño pueblo donde nació el rey David, saldrá otro rey, «que será Señor en Israel» y que también «será nuestra paz» (5.2, 5). Entonces se acabarán las guerras, y las armas se transformarán en instrumentos de paz y de trabajo; entonces «convertirán sus espadas en azadones y sus lanzas en hoces. Ninguna nación alzará la espada contra otra nación» (4.3).

El texto de Miqueas, en su tercera sección (cap. 6–7), se dirige particularmente a Israel. Hay un intenso acento de amargura cuando el profeta reprocha la infidelidad con que el pueblo responde a la bondad de Dios: «Pueblo mío, ¿qué te he hecho o en qué te he molestado?» (6.3); porque en Israel triunfa la maldad (6.10–7.6), y es tanta la corrupción moral, que la amistad se desvanece, la justicia se compra y se vende, la desconfianza separa incluso a los cónyuges y la recíproca falta de respeto destruye la convivencia familiar (7.1–6). Pero, no obstante, en la profecía prevalece la esperanza sobre todos estos males, la seguridad de que todavía el Señor tendrá misericordia de los suyos, del pequeño «remanente de su heredad» que haya quedado limpio de pecados e infidelidades tras la prueba purificadora que el Señor traerá sobre Israel (7.18; cf. 2.12; 4.6–7; 5.7–8). Miqueas, al fin del libro, expresa su confianza en que el Señor, el cual «se deleita en la misericordia» (7.18), cuidará a Israel también en el futuro, lo pastoreará como ya hizo «en el tiempo pasado», cuando lo sacó de Egipto y le mostró sus maravillas (7.14–20).

Esquema del contenido:
1. El juicio de Dios sobre Israel y sobre Judá (1.1–3.12)
2. El reinado universal de Jehová (4.1–5.15)
3. La corrupción de Israel y la misericordia de Dios (6.1–7.20)

Jonás


Análisis del Libro del Profeta Jonás.

Autor:  Jonás, natural de Galilea.

Lecciones Espirituales:
El peligro de escapar del deber.
La tentación hacia el patriotismo egoísta y el fanatismo religioso.
El empleo divino de hombres imperfectos como canales de la verdad.
Lo vasto de la misericordia de Dios.

El profeta y el mensaje
La mención de Amitai, el padre de Jonás (1.1), es la única noticia que el libro de Jonás (=Jon) facilita para la identificación personal del profeta. Es la misma información que se halla en 2 R 14.23–25, donde se añade que Jonás vivió en tiempos de Jeroboam II, rey de Israel (783–743 a.C.). Sin embargo, de un modo diferente al habitual de prestar a la figura del profeta una atención meramente circunstancial (cf., p.e., Is 6.5; Jer 7.1–15; 26.1–19; Os 1.2–3.5; Am 7.10–17), el libro de Jonás, escrito probablemente mucho más tarde, consiste de principio a fin en una especie de relato biográfico. Se trata de la peripecia protagonizada por el propio profeta, un hombre que, en contra de sus deseos, es enviado por Dios a cumplir fuera de Israel, en Nínive, la lejana capital del imperio asirio, el arduo cometido de anunciar a sus habitantes que en el término de cuarenta días la ciudad sería destruida (3.4).

La narración propone a Nínive como paradigma del pecado. A los ojos de Dios, la maldad ha crecido allí (1.2) hasta el punto de que su inminente castigo ya ha sido decretado. La gravedad del asunto convierte en sumamente delicada la misión del profeta. Este, consciente del problema, busca en la huida la manera de zafarse de su responsabilidad, y en vez de emprender hacia oriente el camino que conducía por tierra a la capital de Asiria, se embarca en una nave rumbo a Tarsis, hacia occidente, para escapar «de la presencia de Jehová» (1.3).

Desde la perspectiva de su negativa a cumplir el mandato divino, Jonás puede ser comparado a otros profetas del AT que igualmente se resistieron a aceptar la misión que Dios les encomendaba. Moisés, Elías, Jeremías y otros, apelando a posibles razones de incompetencia, debilidad o temor, trataron, lo mismo que Jonás, de evitar la responsabilidad que Dios cargaba sobre sus hombros.

Pero probablemente fue Jonás el profeta que con mayor tenacidad mantuvo su resistencia. Y cuando se vio forzado a ir a Nínive y comunicar el mensaje de que era portador, lo hizo con enojo, llegando al extremo de lamentar amargamente la salvación de la ciudad a la cual había él anunciado la inminencia del desastre. Le dolió que los ninivitas se convirtieran de su mala conducta, y que Dios se volviera atrás «del mal que había anunciado hacerles, y no lo hizo» (3.10). Porque Jonás, que no había tenido miedo de confesar su nacionalidad y su fe (1.9), e incluso que no había dudado en ofrecer su vida para que otros se salvaran (1.11–12), temía en cambio la pérdida de su prestigio de profeta, temía quedar mal ante los ojos de los demás. Y prefería la muerte a seguir viviendo tras lo que él consideraba el fracaso de su misión (4.1–3).

Por otra parte, en la figura de Jonás se descubre al israelita estrecho de miras, para quien la salvación es un privilegio otorgado por Dios en forma exclusiva al pueblo judío. Pero precisamente el desarrollo del relato conduce a la conclusión opuesta de que Dios no hace diferencias entre un ser humano y otro. Esta es la actitud que el profeta no entiende en Jehová, en «su Dios», al que él oraba «desde el vientre del pez» (2.1). Sin embargo, en esa su incapacidad de comprender el valor universal del amor de Dios radica la extraordinaria fuerza dramática del libro. Todos, se trate de judíos o de gentiles, son objeto por igual de la misericordia de Dios; y todo pecador que se arrepiente y cambia de conducta tiene la puerta abierta a su perdón (1.16; 3.10; 4.10–11.- Cf. Jer 18.8; Ez 18.23, 31–32).

Este libro tiene un notable valor simbólico, recogido por el NT en las palabras de Jesús acerca de la «señal de Jonás». Al pedirle algunos escribas y fariseos que hiciera una señal milagrosa, Jesús, relacionando su propia muerte con la historia del profeta, les responde que ya no habrá otra señal que la de Jonás (Mt 12.40).

Esquema del contenido:
1. Jonás huye de Jehová (1.1–16)
2. Oración de Jonás (1.17–2.10)
3. Nínive se arrepiente (3.1–10)
4. El enojo de Jonás (4.1–11)

Abdías


Análisis del Libro del Profeta Abdías.


Autor:  Nada se sabe acerca de él.
La profecía se centra en torno a una disputa antigua entre Edom e Israel. Los edomitas eran descendientes de Esaú y le tenían mala voluntad a Israel porque Jacob había estafado a su predecesor de sus derechos de primogenitura. (Gn 25:21 - 34; 27:41).

Pensamiento Clave: El versículo 10:

10 »Por haber maltratado a tu hermano Jacob te cubrirá vergüenza y serás exterminado para siempre.
Los edomitas rehusaron dar paso a Israel por su país (Nm 20:14 - 21); ellos también se regocijaron por la toma de Jerusalén (Sal 137:7).

Lección Espiritual: El especial cuidado providencial de Dios de los judíos y la certeza del castigo para aquellos que los persigan.

El profeta
Aun cuando la investigación histórica no ha logrado aportar datos fehacientes acerca de la persona y las actividades del profeta Abdías, sí que da como probable que este libro, el más breve del AT, fuera redactado en Judá; e incluso se apunta al s. V a.C. como posible época de su composición.

El libro y su mensaje
La profecía de Abdías (=Abd) es una apasionada diatriba contra Edom, un anuncio del juicio y del castigo que habían de caer sobre aquel pueblo a causa de la violencia con que se volvió contra su «hermano Jacob» (v.1), contra la nación israelita. Porque Edom, que primeramente se había unido con otros pueblos a Israel en alianza bélica contra Babilonia, después, traicionando el acuerdo, cuando el ejército de Nabucodonosor sitió a Jerusalén se pasó al bando de los vencedores, para entrar a saquear la ciudad y repartir con ellos tierras y botín (v. 11–14).

Estos hechos reavivaron la enemistad que ya de antiguo enfrentaba a los descendientes de Esaú con los de Jacob, o sea, a Edom con Israel (Gn 25.30; 32.28; cf. 25.23); enemistad que se manifiesta especialmente en algunos textos pertenecientes a los períodos exílico y postexílico (cf. Sal 137.7; Is 34; Lam 4.21; Ez 25.12–14; 35).

En la primera sección del escrito (1–14), el pensamiento de Abdías corre parejo con el de ciertos versículos del capítulo 49 de Jeremías: cf. Abd 1b-4 y Jer 49.14–16; Abd 5 y Jer 49.9; Abd 6 y Jer 49.10a. Luego, en la segunda parte (v. 15–18), el texto se orienta en sentido escatológico. El profeta contempla entonces la proximidad del «día de Jehová», el día del juicio que ha de llegar a todas las naciones, el día en que el Señor les dará el pago que hayan merecido sus malas acciones (v. 15–16). Israel, en cambio, será restaurado; los que antes fueron cautivos y oprimidos, poseerán la tierra y formarán parte del «reino de Jehová» (v. 19–21).

Esquema del contenido:
1. Humillación de Edom (1–14)
2. El día de Jehová y el juicio de las naciones (15–18)
3. La exaltación de Israel (19–21)

Amós


Análisis del Libro del Profeta Amós.


Autor:  Su nombre significa "Carga" o "Cargador"; era un ciudadano de Tecoa, en la tribu de Judá.

Fecha: Profetizó durante los reinados de Joroboam II en Israel, y Uzías en Judá.

Estilo: Simple pero pintoresco.

El profeta y su medio
Amós fue uno de los grandes profetas del siglo VIII a.C., aunque él prefería verse a sí mismo como un hombre sencillo, dedicado a sus trabajos campesinos, como «uno de los pastores de Tecoa» (1.1). Así lo manifiesta en su controversia con el sacerdote Amasías, que lo acusa de traicionar al rey de Israel: «No soy profeta ni soy hijo de profeta, sino que soy boyero y recojo higos silvestres» (7.14).

Llegó, sin embargo, un día en el que tuvo lugar la transformación de Amós en el mensajero enviado por Dios a profetizar en el reino del norte. Como él mismo dice: «Jehová me tomó de detrás del ganado, y me dijo: "Ve y profetiza a mi pueblo Israel"» (7.15).

A unos 10 km. al sur de Belén, cerca del Mar Muerto y como colgada entre las montañas de Judá, se encontraba la pequeña ciudad de Tecoa. Amós residía en ella, aunque por alguna razón que ignoramos desarrolló en el reino del norte su actividad profética. Debió de hacerlo alrededor del año 750 a.C., «dos años antes del terremoto» (cf. Zac 14.5), durante el reinado de Jeroboam II (783–743 a.C.).

Era aquella una época de prosperidad para el reino. Bajo el cetro de Jeroboam, el comercio con otros países enriqueció al estado; Israel recobró el esplendor de los días de David, y por la fuerza de las armas (6.13) logró recuperar territorios que había perdido al oriente del Jordán (2 R 14.25).

Ciertamente, los éxitos militares y el incremento de la riqueza despertaron en el pueblo grandes entusiasmos; pero al propio tiempo fueron causa de que creciera la desigualdad entre los diversos estratos sociales. Los ricos aumentaron sus riquezas, en tanto que los pobres se hundían cada vez más en la miseria. El pueblo humilde sufría la opresión de los poderosos, una opresión agravada por la corrupción de los jueces y de los tribunales de justicia (2.6–7; 5.7–12). Incluso la vida religiosa se había corrompido. El culto se contagió de las prácticas paganas de otras gentes (5.26), y las ceremonias religiosas, externamente espléndidas, perdieron su autenticidad y su piedad sincera (5.21–23).

El libro y su mensaje
Comienza el libro de Amós (=Am) con el anuncio del castigo que van a sufrir las naciones y ciudades vecinas a Israel a causa de la crueldad de su conducta en la guerra. Damasco, Bet-edén, Gaza, Asdod y otros lugares son mencionados en una serie de oráculos que preceden al de la condenación a que también Judá e Israel se han hecho acreedoras (1.3–2.16); pues no por ser ellas el pueblo escogido, dejará Dios impunes los pecados que cometieron. Muy al contrario, precisamente a causa de su elección es mayor el compromiso contraído por Israel y mayor su responsabilidad ante los ojos de Dios. En consecuencia, más severa será la sanción que merezca su conducta (3.1–2).

El mensaje central de Amós representa así una dura crítica contra la sociedad israelita de la época. Fustiga el profeta la injusticia social reinante, el enriquecimiento de muchos a costa de los débiles, explotados sin compasión (3.10; 5.11; 8.4–6); el soborno y la prevaricación de jueces y tribunales (5.12); la opresión, la violencia y hasta la esclavitud a que los más pobres son sometidos (2.6; 8.6). El profeta proclama que el Señor no permanecerá indiferente ante tales pecados, sino que castigará a quienes los cometen (2.13–16; 4.2–3; 5.18–20; 8.3); por eso urge a todo Israel: «¡Prepárate para venir al encuentro de tu Dios!» (4.12).

La última parte del libro (7.1–9.10) contiene una serie de visiones que profetizan la imposibilidad de escapar al juicio de Dios, al castigo inminente que ha de sobrevenir a pesar de las insistentes súplicas de Amós (7.2, 5). Pero si bien tales juicio y castigo son ineludibles, también es cierto que Dios no quiere destruir a Israel, sino reconstruirlo y restaurarlo, para que siga siendo, ya en libertad, el pueblo de su elección (9.11–15).

Esquema del contenido:
1. Juicios contra las naciones vecinas (1.1–2.5)
2. Juicio contra Israel (2.6–16)
3. Denuncias y amenazas (3.1–6.14)
4. Visiones de castigo (7.1–9.10)
5. Restauración futura de Israel (9.11–15)