Análisis del Libro del Profeta Miqueas
Autor: Miqueas, natural
de Moreset, Judá.
Fecha: Profetizó durante los reinados de Jotam, Acaz y
Ezequías, fue contemporáneo de Isaías.
Nombre: Su nombre significa "el que es como Jehová".
Perteneció a Judá, pero habló tanto a Judá como a Israel.
Pasajes
Notables:
La definición de la verdadera religión, 6:8
"Hombre, él te ha declarado lo que es bueno, lo que
pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, amar misericordia y humillarte
ante tu Dios."
El anuncio del lugar de nacimiento de Cristo, 5:2
"Pero tú, Belén Efrata, tan pequeña entre las
familias de Judá, de ti ha de salir el que será Señor en Israel; sus orígenes
se remontan al inicio de los tiempos, a los días de la eternidad."
Dios se olvida de los pecados del creyente, 7: 18 - 19
18 »¿Qué Dios hay como tú, que perdona la maldad y olvida
el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque
se deleita en la misericordia.
19 Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará
nuestras iniquidades y echará a lo profundo del mar todos nuestros pecados.
El profeta y
su medio
El encabezamiento del libro (1.1) dice que Miqueas,
natural de Moreset (o Moreset-gat, cf. 1.14), lugar situado a unos 40 km. al
sudoeste de Jerusalén, vivió «en los días de Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de
Judá». Fue, por tanto, uno de los profetas del siglo VIII a.C., contemporáneo
de Isaías (Is 1.1), Oseas (Os 1.1) y Amós (Am 1.1).
Miqueas, lo mismo que Isaías, ejerció su actividad en
Judá; pero dirigió también sus proclamas a Israel, el reino del norte. Y su
talante, lo mismo que el de Amós -«uno de los pastores de Tecoa» (Am 1.1)-,
está marcado con el signo de la existencia campesina. En este profeta se
descubre un interés inmediato por problemas característicos de la sociedad
agrícola. En medio de ella, sin duda, se había desarrollado su personalidad,
puesto que las labores del campo eran las propias de la Sefela, región a la que
Moreset pertenecía, la zona de monte bajo que se extiende entre las montañas de
Judá y las llanuras de la costa del mar Mediterráneo. Una tierra buena, de
suaves y fértiles colinas, donde Miqueas vivió desde niño las amarguras del
campesino humilde y sometido a la prepotencia de quienes «codician campos...,
oprimen al hombre y a su familia, al hombre y a su heredad» (2.2).
El libro y
su mensaje
El libro de Miqueas (=Miq) consta de tres partes. La
primera está formada por los cap. 1–3, y en ella predominan los temas de índole
social, con el mismo trasfondo crítico propio del profetismo de aquella época.
En la voz de Miqueas se perciben tonos extremadamente duros cuando reprende a
«Samaria y a Jerusalén», es decir, a Israel y a Judá. Porque en ambas se fomenta
la maldad de los gobernantes y los poderosos (3.1–3), la injusticia de los
jueces (3.9–10) y la corrupción de los sacerdotes y los profetas (3.5–7, 11);
de modo que por causa de todos ellos, «Sión será un campo arado, Jerusalén se
convertirá en montones de ruinas y el monte de la Casa se cubrirá de bosque»
(3.12). Este terrible anuncio de la destrucción de Jerusalén y del Templo
impresionó tan profundamente a los habitantes de la ciudad santa, que un siglo
después lo recogió íntegramente Jeremías en su profecía (Jer 26.18).
Los cap. 4–5 componen la segunda sección del libro.
Todavía se escucha en ella el eco de las anteriores amenazas, pero en el
pensamiento de Miqueas predomina ya la esperanza de un tiempo último (4.1) en
el que Judá e Israel andarán «en el nombre de Jehová, nuestro Dios, eternamente
y para siempre» (4.5). Entonces habrá salvación, Jerusalén será restaurada y
acudirán a ella las naciones, diciendo: «Venid, subamos al monte de Jehová, a
la casa del Dios de Jacob». Allí conocerán los caminos del Señor y recibirán la
instrucción de su palabra (4.1–2). De Belén, el pequeño pueblo donde nació el
rey David, saldrá otro rey, «que será Señor en Israel» y que también «será
nuestra paz» (5.2, 5). Entonces se acabarán las guerras, y las armas se transformarán
en instrumentos de paz y de trabajo; entonces «convertirán sus espadas en
azadones y sus lanzas en hoces. Ninguna nación alzará la espada contra otra
nación» (4.3).
El texto de Miqueas, en su tercera sección (cap. 6–7), se
dirige particularmente a Israel. Hay un intenso acento de amargura cuando el
profeta reprocha la infidelidad con que el pueblo responde a la bondad de Dios:
«Pueblo mío, ¿qué te he hecho o en qué te he molestado?» (6.3); porque en
Israel triunfa la maldad (6.10–7.6), y es tanta la corrupción moral, que la
amistad se desvanece, la justicia se compra y se vende, la desconfianza separa
incluso a los cónyuges y la recíproca falta de respeto destruye la convivencia
familiar (7.1–6). Pero, no obstante, en la profecía prevalece la esperanza
sobre todos estos males, la seguridad de que todavía el Señor tendrá
misericordia de los suyos, del pequeño «remanente de su heredad» que haya
quedado limpio de pecados e infidelidades tras la prueba purificadora que el
Señor traerá sobre Israel (7.18; cf. 2.12; 4.6–7; 5.7–8). Miqueas, al fin del
libro, expresa su confianza en que el Señor, el cual «se deleita en la
misericordia» (7.18), cuidará a Israel también en el futuro, lo pastoreará como
ya hizo «en el tiempo pasado», cuando lo sacó de Egipto y le mostró sus
maravillas (7.14–20).
Esquema del
contenido:
1. El juicio de Dios sobre Israel y sobre Judá (1.1–3.12)
2. El reinado universal de Jehová (4.1–5.15)
3. La corrupción de Israel y la misericordia de Dios
(6.1–7.20)