Análisis del Libro del Profeta Oseas.
Autor: Oseas, hijo de Beeri. Un contemporáneo de Isaías y
Miqueas. Su mensaje fue dirigido al reino del norte.
Mensaje Espiritual: La apostasía equivale a adulterio
espiritual.
Dios, el esposo, 2:20 :
"Te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás a
Jehová."
Israel, la esposa infiel, 2:2 :
¡Contended con vuestra madre, contended, porque ella no
es mi mujer ni yo su marido!
Que aparte de su rostro sus prostituciones, y sus
adulterios de entre sus pechos,
Porción Seleccionada: El arrepentimiento y sus
bendiciones, capítulo 14.
El profeta y
su medio
Oseas hijo de Beeri ejerció su actividad profética
aproximadamente entre los años 750 y 730 a.C., durante los reinados «de Uzías,
Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá, y en días de Jeroboam hijo de Joás, rey
de Israel» (Os 1.1). Inició su ministerio público poco después de Amós, aunque
lo desempeñó durante bastante más tiempo que él (cf. Os 1.1; Am 1.1) y
predicando en el mismo escenario: Israel (cf. Am 7.12), de donde Oseas
procedía.
El largo y próspero gobierno de Jeroboam II (783–743) aún
no había finalizado cuando este profeta comenzó a actuar. En su discurso hace
frecuentes alusiones a la situación política del reino del norte. Tales
alusiones, a veces difíciles de interpretar, son en otros momentos un claro
anuncio del desastre al que se dirigía el país, del inevitable final que había
de llegarle con la caída de Samaria, arrasada en el 721 a.C. por el furor del
ejército asirio (2 R 17.1–6). Respecto a si el propio profeta fue o no testigo
presencial de aquellos trágicos acontecimientos que determinaron el final de la
independencia política de Israel, nada dice el libro.
El libro y
su mensaje
El libro de Oseas (=Os) está compuesto de dos secciones.
La primera (caps. 1–3) se caracteriza por su unidad temática. La segunda, de
contenido más heterogéneo, abarca el resto del libro (caps. 4–14).
La literatura de Oseas es apasionada, llena de
vehemencia. En ella, más que en la de ningún otro profeta, se revelan intensos
y mezclados sentimientos de amor y de ira, de esperanza y desilusión. La
indiferencia de Israel y su rebeldía frente a las manifestaciones de la
paciencia y la misericordia de Dios se resuelven en un lenguaje sumario,
conciso, construido con frases tan cortas y rápidas que a veces resulta oscuro
y de traducción difícil e insegura.
El comienzo del mensaje de Oseas es de un extraordinario
vigor dramático. Desde la consideración de su propia vida conyugal y de las
circunstancias que la rodean, el profeta denuncia la infidelidad de Israel
hacia Jehová, quien a pesar de todo sigue teniéndolo por su pueblo escogido.
Quizás el rasgo más notable del discurso sea su expresión de las relaciones
entre Dios e Israel como una relación de amor y frustración entre marido y
mujer. Y ese es también el núcleo de la predicación profética: Israel ha sido
infiel a Dios, pero Dios no ha dejado de amar a Israel.
Del cap. 4 en adelante, el profeta pasa revista a la
perversión en que se halla sumida la sociedad israelita. Todo en ella está
deteriorado o trastocado: el culto, el sacerdocio, la justicia, la moral y la
política, e Israel sufrirá las consecuencias de su desvío. Con todo, aún queda
lugar para la esperanza, evocada en el cap. 11 con acento emocionado: «Con
cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor» (v. 4), por más que «Mi pueblo
está aferrado a la rebelión contra mí» (v. 7). Luego, en el cap. 14, habiendo
suplicado: «Vuelve, Israel, a Jehová, tu Dios» (v. 1), el profeta anuncia: «Yo
los sanaré de su rebelión, los amaré de pura gracia» (v. 4). Nadie antes había
proclamado con tan patética intensidad que es mayor la profundidad del amor
divino que los abismos del pecado; que sobre el enojo causado por la ofensa,
prevalecen en Dios la compasión y el perdón.
La lucha de Oseas contra la idolatría se desarrolla en un
marco bien definido. Los israelitas habían sucumbido a la tentación de ofrecer
culto a dioses extraños, especialmente a dioses de la fertilidad propios de
otras gentes pobladoras de Canaán (8.4–14). Eran rituales politeístas en
súplica de ayuda y protección para los ganados y las cosechas; ceremonias idolátricas
que Oseas denuncia y combate.
También caracterizan a este libro el respeto y aun la
veneración con que se refiere al ministerio profético, cuyos orígenes se
remontan a Moisés, pues por medio de él Dios «hizo subir a Israel de Egipto»
(12.13). En Moisés y en el ministerio profético ve Oseas el principal
instrumento del que Dios se sirve para hacerse oir de Israel (cf. 6.5; 9.8;
12.10, 13).
En cuanto a temas de orden político, Oseas afirma que
Israel no debe buscar salvación en alianzas con Egipto o Asiria (12.1; 14.3;
cf. Is 30.1–5), sino solamente en Dios.
La profecía de Oseas es, en resumen, un ataque frontal
contra los pecados cometidos por el pueblo, que ha pecado siendo infiel a
Jehová y ha adorado los ídolos de dioses ajenos. Israel se ha hecho así
merecedor de castigo; sin embargo, el Señor no le ha cerrado su corazón, porque
sigue amándolo y cuidando de él (2.19–20). Otra vez el Señor lo llevará al
desierto (2.14) y le dará por morada tiendas de campaña (12.9), y allí le dirá:
«Tú eres mi pueblo», e Israel le responderá: «Dios mío» (2.23).
Esquema del
contenido:
1. Primera parte (1.1–3.5)
a. Título (1.1)
b. Vida conyugal del profeta (1.2–3.5)
2. Segunda parte (4.1–14.9)
a. Infidelidad y castigo de Israel (4.1–13.16)
b. Conversión de Israel y promesas de salvación (14.1–8)
c. Advertencia final (14.9)
No hay comentarios:
Publicar un comentario