Análisis del
Libro de Proverbios
Autores: A Salomón se le acredita generalmente el haber escrito un
gran número de los proverbios. Aun es probable que estos no fueran suyos
originalmente. Los capítulos 30 y 31 son las palabras de Agur y Lamuel.
Propósito Principal: Dar
instrucción moral, especialmente a los jóvenes.
Texto Clave: 1:4
"Para dar sagacidad a los simples, y a los jóvenes inteligencia y cordura.
Pensamiento Clave: El temor al Señor,
mencionado cerca de 14 veces.
El libro
El libro de los Proverbios (=Pr) pertenece al grupo de los
denominados genéricamente "poéticos y sapienciales". (Véase Introducción a los Libros Poéticos
y Sapienciales.) Consta de una serie de colecciones que, en forma de máximas,
refranes, dichos y poemas, transmiten la antigua herencia de la sabiduría de
Israel. El contenido, en su conjunto, está encabezado por el título «Los
proverbios de Salomón hijo de David, rey de Israel» (1.1), razón por la cual la
obra completa se ha atribuido a menudo a aquel monarca, célebre por su
sabiduría y autor de tres mil proverbios y mil cinco cantares (1 R 4.29–34).
En efecto, una lectura atenta del libro pone pronto de
relieve la complejidad de su composición, que es mayor de lo que pudiera
apreciarse a primera vista. Aparte de Salomón, se cita como autores o
recopiladores de dichos y sentencias a Agur hijo de Jaqué (30.1) y al rey
Lemuel (31.1), ambos, según se cree, oriundos de la tribu Massa, descendientes
de Ismael (Gn 25.14). En tres ocasiones se especifica que Salomón es autor de
los proverbios que siguen (1.1; 10.1; 25.1); en otras dos se atribuyen a
"los sabios" (22.17; 24.23), y en una se menciona la colaboración de
los copistas al servicio de Ezequías, rey de Judá (25.1).
Los proverbios y la sabiduría popular
La historia de todos los pueblos está plagada de hechos y
acontecimientos en los que siempre el ser humano ha tratado de comprender las
claves de su propia realidad y su relación con el mundo que lo rodea, y de
adoptar los comportamientos idóneos para todo momento y circunstancia de su
existencia. La infinita variedad de fenómenos conocidos y la observación de
muchos de ellos, repetidos de manera regular y cíclica, ha permitido enriquecer
la experiencia de cada generación y deducir las actitudes que mejor convienen
al desarrollo de la vida y la cultura de la humanidad.
La más genuina sabiduría popular se basa en esa
experiencia, acumulada y transmitida de padres a hijos, frecuentemente en forma
de máximas sencillas que, por lo general, son como lecciones morales brevísimas
y fáciles de retener en la memoria. La validez de algunas de ellas queda a
veces ceñida a un grupo humano de determinadas características de raza, nación,
religión, idioma o costumbres; pero también las hay que pasan de un pueblo a
otro y de una a otra época. Se trata, en este segundo caso, de pensamientos de
valor universal que pueden integrarse de inmediato en culturas ajenas a la de
origen. Así sucede en buena medida en Proverbios, donde, por otra parte,
también se aprecian reflejos de sabiduría popular no israelita: mesopotámica,
egipcia y de otros pueblos del antiguo Oriente medio; por ejemplo, las dos
colecciones de refranes atribuidas respectivamente a Agur y a Lemuel (30.2–33 y
31.1–9), o el paralelismo existente entre Pr 22.17–23.12 y un famoso texto del
escriba egipcio Amenemope, de alrededor del año 1000 a.C.
Un proverbio de contenido sapiencial se llama mashal en hebreo, palabra emparentada con una
raíz que, junto a otros significados, incluye el de "dominar" o
"regir". Esta idea tipifica al auténtico mashal como una expresión persuasiva y
estimulante, cualquiera que sea la forma en que se presente: como proverbio orefrán propiamente dicho, como máxima moral o como sentencia que sopesa y compara diversas
conductas y actitudes adoptadas frente a la vida. En ocasiones, mashal significa también parábola, alegoría, fábula e incluso acertijo.
La sabiduría en el libro de los Proverbios
La sabiduría de Proverbios se centra sobre todo en los ámbitos de
la vida no regulados por ordenanzas culticas ni mandamientos expresos del
Señor. Por esta razón, la mayor parte del libro no se refiere a temas
propiamente religiosos. Se refiere, más bien, a los que son específicos de la
existencia humana, ya sea en su dimensión personal (el individuo) o colectiva
(la familia y la sociedad en general): la educación (13.24), la familia (12.4;
19.14; 21.9; 31.10–31), el adulterio (6.24; 23.27), la relación entre padres e
hijos (10.1; 28.24; 30.17), la relación entre el rey y sus súbditos (14.35;
22.29; 25.6; cf. 16.12), y la honradez en los negocios (11.1; 20.10, 23). En
algunas textos se plantean cuestiones generales de moral (cf. 12.17; 15.21), y
en otros se proponen reglas de urbanidad y conducta social (23.1–3; 25.17;
27.1). En todos estos casos, lo evidente es que Proverbios considera la sabiduría como un
principio esencialmente práctico, fundamentado en la observación, la
experiencia y el sentido común, y orientado hacia los múltiples aspectos de la
actividad humana.
Sin embargo, no sería correcto olvidar que la religión de
Israel también marcó con su propio sello esa misma sabiduría que se adquiere
por medio de la experiencia. Prueba de ello es la afirmación que abre la
primera de las colecciones de proverbios: «El principio de la sabiduría es el
temor de Jehová» (1.7; 9.10; cf. Job 28.28; Sal 111.10); lo cual significa que
la única verdadera sabiduría es la que entraña una forma de vida basada en la
obediencia a Dios y manifestada en el amor a la bondad y a la justicia (9.10;
31.8–9; cf. 17.15, 23; 18.5). Y en el poema en el que se elogia a la mujer
virtuosa, con el que también se cierra el libro (31.10–31), vuelve a hacerse
mención del temor de Jehová (v. 30).
En Proverbios,
la mente de los sabios de Israel aparece como subyugada por la doctrina de la retribución, es decir, del
premio o el castigo que merece la actuación humana, según sea buena o mala.
Esta idea, que se presenta a menudo, se enuncia de modo terminante en 11.31: El
justo será recompensado en la tierra; y otro tanto sucederá con el impío y el
pecador (cf. 3.31–35; 12.7, 14; 17.5; 24.12; 28.20). Pero como la experiencia
demuestra que la felicidad no siempre es en esta vida corona de la virtud, ni
la desgracia lo es de la maldad (cf. Sal 73.1–12; Jer 12.1–2), llegó un momento
en que el pensamiento de la retribución, habiendo entrado en crisis, dio paso a
la gozosa enseñanza del amor y el perdón de Dios, ya recogida en libros como Job y Eclesiastés.
Esquema del contenido:
1. Introducción (1.1–7)
2. Primera colección: «Poemas» (1.8–9.18)
3. Segunda colección: «Proverbios de Salomón»
(10.1–22.16)
4. Tercera colección: «Palabras de los sabios»
(22.17–24.22)
5. Cuarta colección: «Dichos de los sabios» (24.23–34)
6. Quinta colección: «Proverbios de Salomón» (25.1–29.27)
7. Sexta colección: «Palabras de Agur» (30.1–33)
8. Séptima colección: «Palabras del rey Lemuel» (31.1–9)
9. Apéndice: «Elogio de la mujer virtuosa» (31.10–31)
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