Análisis del
Libro de Esdras
Autor: Desconocido. Generalmente se acepta que Esdras no fue el autor
de todo el libro, sino que pudo haber sido recopilado de las partes que él no
escribió. Fue un judío de descendencia sacerdotal exiliado en Babilonia.
Temas Principales: El
regreso de los judíos de su cautiverio de Babilonia, la reconstrucción del Templo
y la inauguración de reformas sociales y religiosas.
Mensaje Espiritual: El
poder de la palabra de Dios en la vida humana.
Situación histórica
El rey persa Ciro, a quien Isaías se refiere llamándolo
"pastor" y "ungido" de Jehová (Is 44.28; 45.1), promulgó en
el primer año de su reinado (538 a.C.) un edicto, por el cual los judíos
exiliados en Babilonia quedaban en libertad de regresar a su patria llevando
consigo el encargo expreso de edificar «la Casa a Jehová, Dios de Israel (él es
el Dios), la cual está en Jerusalén» (2 Cr 36.22–23; Esd 1.3). Casi cincuenta
años habían transcurrido desde el día en que los caldeos (o
"babilonios") incendiaron el Templo, derribaron el muro de Jerusalén
y prendieron fuego a todos sus palacios (2 Cr 36.17–19). En aquella ocasión, la
mayoría de los que lograron salvarse fueron llevados «cautivos a Babilonia» (2
Cr 36.20).
A partir del punto en que Reyes y Crónicas finalizan su relato, los libros de Esdras y Nehemías toman el hilo de la historia de
Israel. Su aportación es de inapreciable valor, dada la escasa documentación
disponible acerca del período siguiente al decreto de Ciro. Fue entonces cuando
no solo regresaron muchos desterrados a Jerusalén, sino que allí restablecieron
el culto (Esd 3.1–7), iniciaron la reconstrucción del Templo y la restauración
de los muros de la ciudad (Esd 3.8–13; 6.13–15; Neh 2.11–7.4) y se dispusieron
a crear una nueva comunidad nacional, auténticamente regida por la ley de Dios
(Neh 8–10).
Contenido del libro
La primera sección de las dos en que se divide el libro
de Esdras (cap. 1–6) ofrece una detallada
información sobre el tiempo que siguió al retorno a Jerusalén de los judíos
exiliados. Bajo la supervisión y la dirección de Sesbasar y Zorobabel, los
repatriados llevaron importantes riquezas (2.66–69) y, lo que es más
significativo, «los utensilios de la casa de Jehová que Nabucodonosor se había
llevado de Jerusalén» (1.7). Sin embargo, la alegría del regreso fue efímera,
pues no tardó mucho en verse ensombrecida con problemas y dificultades. En
cierto momento llegó a cundir tanto el desánimo entre los trabajadores, que
hasta la reconstrucción del Templo quedó suspendida (4.24). Finalmente, la
personal decisión de Zorobabel y de otros responsables, unida a la palabra
profética de Hageo y Zacarías (5.1; cf. Hag 1.1, 12–15; Zac 4.6–9),
posibilitaron que el año 516 a.C. se celebrara la dedicación del santuario
único de Jerusalén.
La segunda parte del libro (cap. 7–10) se refiere a la
actividad desarrollada por el propio Esdras hijo de Seraías, un sacerdote y
escriba (cf. 7.6, 10, 21) descendiente de Aarón por la línea de Sadoc, hombre
piadoso e ilustrado, que gozó de gran prestigio incluso en la corte real de
Babilonia. Lo demuestra la confianza que en él depositó el rey Artajerjes al
comisionarlo para «visitar a Judea y a Jerusalén» y transportar allá los
utensilios destinados al servicio del Templo, además de oro, plata, ganados y
provisiones (7.10–26). Y que el rey se sintió identificado con la misión de
Esdras, resulta evidente por el entusiasmo con que ordenó: «Todo lo que es
mandado por el Dios del cielo, sea hecho puntualmente» (7.23).
El cumplimiento de aquella misión supuso para Esdras
hacer frente a arduos problemas. Probablemente el más grave de ellos fue
conducir a Israel a una profunda reforma de sus valores éticos y religiosos,
encaminada a evitar que su fe en Dios se contaminara con elementos extraños e
impuros. Para esto, Esdras hubo de imponer normas extremadamente rigurosas y
dramáticas, como, por ejemplo, la expulsión de las mujeres extranjeras casadas
con judíos (9.1–2, 12; 10.3–4, 10–11).
El sacerdote Esdras reaparece en los cap. 8–10 del libro
de Nehemías. A oídos del pueblo, reunido «en la
plaza que está delante de la puerta de las Aguas» (Neh 8.1), Esdras leyó la Torá, la ley mosaica; y después
de haber escuchado la lectura y de haber hecho confesión general de pecados,
todos, bajo la firma de sacerdotes y levitas (Neh 9.38), se comprometieron por
escrito a guardar la Ley.
Composición del libro
El autor dispuso el texto de Esdras (=Esd) basándose en diversos
documentos, entre los que figuraban las "memorias" de Nehemías,
copero del rey de Persia (Neh 2.1). En estilo autobiográfico, Nehemías relata
cómo Artajerjes I lo autorizó para ir a Jerusalén a dirigir los trabajos de
restauración de la muralla (Neh 1–7 y 10–13), y cómo la obra fue realizada con
gran celeridad pese a la pertinaz hostilidad de samaritanos, moabitas y otras
gentes habitantes de lugares vecinos. También refiere Nehemías un segundo viaje
a la ciudad, en cuyo transcurso tomó severas medidas para corregir la conducta
irregular de muchos de los judíos residentes (Neh 13.4–29).
La documentación utilizada como fuente de información era
en gran parte contemporánea de los hechos a los que se refería. Había en ella
textos oficiales: decretos (Esd 6.1–12), correspondencia diplomática (Esd
5.6–17; 7.11–26), listas de repatriados (Esd 8.1–14) y un detallado informe de
Esdras relativo a su misión (Esd 7.11–10.44 y Neh 8.1–9.38). La diversidad de
fuentes documentales es seguramente la razón de que una parte de Esdras se escribiera en arameo (4.8–6.18 y
7.12–26), y el resto del libro en hebreo.
Esdras y Nehemías
Una incógnita todavía sin resolver es la cronología de
Esdras y Nehemías: cuál de los dos fue primero, y cuál después. Se parte, como
fecha comprobada, del 445 a.C., cuando Nehemías llegó a Jerusalén, año que
corresponde al vigésimo del reinado de Artajerjes I (Neh 2.1). Pero todavía
está por determinar si Esd 7.7–8 se refiere a este mismo monarca o a Artajerjes
II. En el primer supuesto habría que situar la visita de Esdras en el año 485
a.C., fecha anterior a la llegada de Nehemías; en el segundo caso se trataría
del 398 a.C., es decir, en un tiempo posterior.
Las historias que ofrecen respectivamente los libros de Esdras y Nehemías proponen la imagen de dos
personalidades muy fuertes, de dos hombres muy diferentes, protagonistas de la
complicada etapa que siguió al exilio babilónico. El uno sacerdote y el otro
laico, ambos se muestran animados de un mismo sentido del deber y de un
ferviente anhelo de llevar a sus compatriotas a una profunda restauración
espiritual y material. Cada cual asume así su propia y específica
responsabilidad: Esdras, celoso custodio de la Ley, es el gran reformador
religioso del pueblo judío; Nehemías, uniendo la actividad a la fe, se ocupa de
temas administrativos y de llevar a buen término la reedificación de las
murallas de Jerusalén.
Esquema del contenido:
1. Repatriación de los exiliados y reconstrucción del
templo de Jerusalén (1.1–6.22)
2. Esdras informa de su misión (7.1–10.44)
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